Hoy después de estar viviendo una pandemia mundial no es ilógico pensar que nada ha estado a salvo, este inesperado virus ha obligado a todas las ciencias a la adaptación e innovación en el surgimiento de ideas, normas, actividades y demás. Muchos individuos posiblemente se preguntan o se cuestionarán más adelante cómo afecta el Covid 19 a la arquitectura, pero es mejor preguntarse cómo ésta puede modificar el hábitat humano que hoy por hoy se ve tan afectado.

 

Para comenzar quiero que hagas un ejercicio, observa tu casa ¿Tienes closet en el cuarto, baldosas y azulejos en el baño y la cocina? 

 

¿Sabías que todo esto en gran medida fue ideado a razón de una epidemia?, los closet por ejemplo empezaron a ser norma a principio del siglo XX cuando a los armarios de antaño se le acumulaban polvo, algo que pasó de ser una molestia a un riesgo para la salud pública.

 

Remontemonos y hagamos referencia a la historia de la evolución de la arquitectura a razón de situaciones pandémicas que mataban altos porcentajes de las poblaciones. A razón de esto se idearon soluciones conjugadas con teorías científicas que moldearon nuestro mundo construido, y cambiaron fundamentalmente nuestra realidad.

 

Como ejemplos tenemos el gran hedor, evento nauseabundo que generó una epidemia de cólera el cual significó como solución un cambio drástico al tratamiento de purificación de aguas residuales y la generación de sistemas de drenajes.

 

Otro ejemplo fue Barcelona, rodeada por murallas hacia los años 1844 las cuales estaban causando sofoco a la ciudad y generando epidemias y muertes. Como solución se optó por el derrumbe de dichas murallas para abrirle paso al viento y a los rayos del sol así también como la reformulación del ensanche de las calles para un mayor distanciamiento entre habitantes, también se incorporaron propósitos sanitarios, que nos dieron algunos de los aspectos de las ciudades que más disfrutamos, como los jardines y espacios abiertos en los cuales descansar y recibir el sol y aire libre, medicinas para una variedad de dolencias que incluían "la peste blanca" o tuberculosis.

 

Entre otros eventos tenemos el miasma que nos deja la implementación de baldosas y cobre. La malaria o la fiebre amarilla que nos deja los drenajes de agua para evitar la propagación de zancudos. La guerra contra las ratas que representaba la peste bubónica la cual nos dejó la implementación de concreto y acero en las estructuras de las edificaciones para evitar el anidamiento de estos animales.

 

 Entre otros eventos que significaron un cambio no solo en la vida misma si no en el entorno construido y por construir, siempre dejándonos las lecciones aprendidas en un lugar, para ser aprovechadas en otros en pos de la mejora de la salud de los habitantes y de la vida urbana.

 

En el siglo XXI hemos visto hasta ahora Sars, Mers, Ébola, gripe aviar, gripe porcina y ahora covid-19.

Claramente hemos entrado en una era de pandemias y de grandes cambios drásticos, tenemos la responsabilidad y la obligación de diseñar las ciudades del mañana propiciando la vida urbana para que la urbe siga siendo un lugar seguro y habitable. Lo que podemos hacer desde nuestro campo es pensar en los espacios del futuro considerando factores clave para adaptarse a eventualidades que afecten la salud pública, tales como accesibilidad universal, la ventilación y la iluminación, entre otros.

La arquitectura debe hacerse presente en la gestión política de toma de decisiones para definir las ciudades. Esto ayudaría a tener diseños urbanos más equilibrados  que contribuyan con la salud integral de la población y con la transformación de los espacios según las necesidades del momento.

 

Los nuevos modos de vida que trajo la pandemia han venido para quedarse y harán surgir nuevas necesidades con exigencias diversas a las cuales debemos hacer frente y buscarles una solución en el ámbito espacial que nos brinde de manera flexible una adaptación rápida a nuevas costumbres que nos permitan seguir con la vida urbana tal y como la conocemos dándole versatilidad a los espacios para permitir una funcionalidad en la que se pueda adaptar el entorno a las nuevas necesidades

En definitiva, notoriamente los arquitectos tienen un papel polivalente en esto, ante sí el reto de hacer de las necesidades virtudes, para combatir la propagación de futuras pandemias.

 

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