ARQUITECTURA Y PANDEMIA. CURA, EVOLUCIÓN Y ADAPTABILIDAD. PARTE 2

 

La palabra cambió al pronunciarla varias veces, nos lleva a imaginarnos cómo se podría llegar a afrontar éste, en caso tal se llegase a presentar en cualquier momento de nuestra vida, pero este mismo verbo hace un año tomó nuestra vida, ese que nos hizo dar un giro realmente inesperado. Al  empresario, médico, estudiante, piloto y definitivamente al arquitecto; se vieron en la obligación de ponerse frente a una nueva normalidad. Pero bueno, como seres pensantes siempre llega ese momento donde nos cuestionamos cómo puedo ayudar y en que aporto como profesional a una sociedad, aunque claramente esta vez es distinto ya que nos enfrentamos a algo grande. 

 

En el anterior artículo aludí a distintos eventos en los que la arquitectura aportó su arte de proyectar y diseñar, ahora yo como un individuo que me considero innovador quiero que nuestro diseñar sea para el funcionamiento de utilidad, firmeza y belleza, los mismos tres principios que nos otorga la arquitectura. Lo anterior por obligación lo plasmó en esos lugares que necesitan un nuevo respiro como por ejemplo, un centro comercial, el hogar, las calles, oficinas, etc.

 

Para comenzar el desarrollo de este artículo quiero mencionar una frase que llamó intensamente mi atención y creo que es la forma más simple de sintetizar lo que quiero exponer en esta ocasión. “La arquitectura tiene que mediar entre las necesidades percibidas del momento y las necesidades desconocidas del futuro”. 

 

Durante el primer confinamiento que trajo esta pandemia, las viviendas que habitamos pasaron a ser un bien de primera necesidad. Se elevaron los precios de los inmuebles que contaban con balcones, terrazas, luz natural, ventilación cruzada, jardín, y demás atributos que le daban al usuario un contacto con el exterior. Poniendo de manifiesto que nuestros hogares se habían convertido en una secuencia de elementos rígidos sin posibilidad de adaptación a la nueva situación. Cocinas adaptadas para dar o recibir clases, salas convertidas en gimnasios, habitaciones donde el descanso y el modo “home office” entran en disputa. Cualquier lugar improvisado era válido para realizar nuestras actividades fundamentales en la vida urbana. 

 

La arquitectura no puede dar respuestas inmediatas a las demandas de una situación de emergencia como la que atraviesa el mundo actualmente. Es decir, no se pueden transformar los edificios, las casas y las ciudades de la noche a la mañana para respetar las normas sanitarias de distanciamiento físico entre personas o para hacer una estancia más placentera durante la cuarentena dentro de una vivienda. Lo que sí puede hacer la arquitectura es pensar en los espacios para el futuro, considerando ya no solo factores como la accesibilidad universal, la ventilación y la iluminación, sino también la eventualidad de una pandemia.

Se ha de necesitar nuevos espacios en el hogar, espacios que a lo mejor veíamos como un lujo hoy en día son una necesidad imprescindible a la hora de adquirir una propiedad, algunas de las cuales quisiera resaltar aquí: dotar a las viviendas de un espacio de trabajo compatible con la vida familiar (home office); la posibilidad de aislar a uno de los habitantes de la vivienda en el caso de enfermedad; dotar a las viviendas de un espacio exterior en el que poder relajarse y recibir ese contacto con el exterior; además de incorporar en las viviendas condiciones de higiene, de salubridad, de aislamiento, comunicaciones eficientes, control lumínico y solar; Exigir a las Administraciones públicas una regulación será obligado, distinguiendo lo deseado de lo exigido.

 

Habitar una vivienda que responda a nuestras necesidades en función de las circunstancias que nos toca vivir nos permite desarrollarnos de manera plena.  La necesidad de una vivienda que se adapte a diferentes usos a lo largo del tiempo y que pueda acoger distintos modos de vida nos permitirá abordar situaciones como la vivida en estos tiempos de manera más flexible, más social y humana.

 

En cuanto al espacio público y la vida urbana, durante esta pandemia, los espacios públicos han desempeñado un papel vital en la salud y la sostenibilidad de las comunidades urbanas de todo el mundo. De hecho, la gente necesita salir, ahora más que nunca.

Ciudades sobrepobladas, mal diseñadas en términos urbanísticos que no respetan los límites de crecimiento poblacional, con edificios que rompen los, y contaminadas no solo por el aire sino por la cantidad de basura que producen. Son unas de las problemáticas que afrontan nuestras ciudades, las cuales se han visto obligadas a corregirse a lo largo de esta pandemia.

 

Las modificaciones temporales tendrían que transformarse en propuestas arquitectónicas permanentes; por ejemplo para mantener una distancia prudencial entre los clientes de un negocio con el fin de disminuir la transmisión de enfermedades más allá del coronavirus. En esta misma línea puede plantearse, la sustitución de los aires acondicionados por la ventilación natural podría favorecer ambientes de interacción más sanos y generando conceptos de sostenibilidad y bioclimática.

La ciudad hay que re-verla en su condición de adaptabilidad a circunstancias de emergencia porque no está preparada para manejar adecuadamente estas situaciones. Sin duda el término “resiliencia urbana” es fundamental para adaptarse a la nueva normalidad. La arquitectura debe hacerse presente en la gestión política de toma de decisiones para definir las ciudades. Esto ayudaría a tener diseños urbanos más equilibrados y flexibles que contribuirían con la salud integral de la población y con la transformación de los espacios según las necesidades del momento.

 

Esta pandemia nos ha enseñado a darle a la naturaleza el respeto que se merece, que si no se daña es amigable. Pero si perjudicamos  hace con nosotros lo que quiere. La nueva realidad nos deja un mensaje claro hacia la experiencia arquitectónica en los espacios, no podremos sobrevivir con espacios poco salubres, con baja ventilación e iluminación por empezar a exponer solo una de las razones fundamentales por las cuales los espacios arquitectónicos deberán reinventarse hacia algo mejor en términos de confort ambiental no como lujo sino como un derecho esencial de todos los habitantes de nuestro planeta.

En definitiva, la arquitectura no deja de ser una respuesta a las necesidades de las personas y, ahora, estas se centran en la salud y el bienestar, por lo que las nuevas soluciones arquitectónicas y urbanísticas tendrán un claro objetivo: favorecer entornos más sanos y sostenibles. 

 

Quiero terminar este artículo preguntándote ¿Quién te quita la emoción de asistir al concierto de tu cantante favorito?, ¿Quién te quita el derecho de movilizarte libremente por la ciudad? ¿Quién te impide ir al cine a ver la película que tanto tiempo esperaste? ¿O la emoción de viajar o salir con tus seres queridos a desahogarte recreativamente? 

En definitiva, hemos de curarnos, evolucionar y adaptarnos… o nos quedamos en el tiempo. 

No quiero terminar estas palabras sin reconocer a todos nuestros amigos confinados y dedicar este artículo a todos nuestros familiares y grandes amigos, aquellos que a raíz de esta pandemia nos han dejado y que espero descansen en paz. A ustedes.

 

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